Víctor José López “El Vito”
Una de las joyas culturales de la tauromaquia
iberoamericana es la plaza de toros de Maracay, fundada el 20 de enero de 1933,
por el presidente de la República General Juan Vicente Gómez. Ha sido la plaza
del Calicanto escuela para toreros y aficionados y le ha dado a la ciudad
identidad, personalidad y sitio de urbe históricamente importante.
Los hijos del general Gómez, Juan Vicente y Florencio
Gómez Núñez, promotores de la idea, encargaron su proyecto y posterior
construcción al arquitecto Carlos Raúl Villanueva. Todo se hizo por
concurso. Villanueva compitió con otro
destacado profesional del urbanismo de la época: el arquitecto Luis Malaussena.
Ambos cumplían importantes encargos de obras públicas en la ciudad de Maracay.
Carlos Raúl
Villanueva fue un hombre que sentó las bases para la creación de la Escuela
Venezolana de Arquitectura. Sus trabajos están dispersos por toda la geografía
nacional: la Ciudad Universitaria de Caracas, un coloso que se levanta como
ejemplo de la concepción artística de la Arquitectura. El Museo de Arte Moderno
de Caracas, los estadios de la Ciudad Universitaria, el Aula Magna. Muchos son
los elementos que integran su legado arquitectónico. Villanueva, en Maracay,
desarrolló el famoso Hotel Jardín, hoy sede de la Gobernación de Aragua y hospedaje
en su momento de personajes como Carlos Gardel y Manuel Rodríguez “Manolete”.
Fue el maestro el creador del proyecto para los cuarteles Páez y Bolívar, dos
joyas de la arquitectura militar suarmericana que se conservan como hermosos
museos que con sus fachadas embellecen la Ciudad Jardín, la Clínica Maracay y
la Casa de doña Amelia Núñez de Cáceres, residencia que más tarde se
identificaría como El Hotel Moro, una de las obras arquitectónicas más hermosas
de la capital de Aragua.
El doctor José Casanova Godoy, aficionado integral, de
bastos conocimientos y quien desde la primera magistratura del estado Aragua se
entregó a la Fiesta como ningún otro gobernante lo ha hecho en Venezuela.
Joselito, como le distinguíamos sus amigos, puso especial empeño por rescatar
el inmueble de la plaza de toros de Calicanto, por eso con motivo de los 40
años de su inauguración, 1973, fue lo medular en su discurso de orden ante la
Asamblea Legislativa del Estado Aragua la historia de cómo de proyectó y
edificó este hermoso templo del toreo cuando en 1973 era Gobernador de Aragua y
se conmemoró el cincuentenario de la plaza. Las palabras del doctor Casanova
Godoy publicadas en la introducción del libro “Fragua de toreros”, libro que es
la historia taurina de La Maestranza “César Girón”. Una parte de su discurso,
el que se refiere a cómo se ordenó la edificación de tan hermosa plaza, son
estas:
- Como era de rigor, se consultó con el general Gómez que
de inmediato respondió: -‘‘Ajá, muy buena me parece la idea , escojan el terreno
más adecuado para darle inmediato comienzo a la obra”.
-Pero una cosa sí les sugirió, movido por la incomodidad
que le producía ver los toros desde tan lejos en el Palco Presidencial del
Nuevo Circo de Caracas: -‘‘...el sitio mío me lo buscas cerquita”. De ahí
surgió la Mezquita destinada al Palco Presidencial, que a los hermanos Gómez
todavía les parecía pequeño.
Los terrenos que hoy ocupa en Calicanto eran para
entonces potreros y allí estaban los depósitos de gasolina. Se escogieron por
su ubicación céntrica y su proximidad al pequeño teatro, donde hoy funciona el
Ateneo de Aragua. Se analizó con cuidado la dimensión del ruedo; el del Nuevo
Circo se les antojó “ muy grande” , pues se cansaban pronto los toros,
generalmente criollos. que la procedencia del ganado que se lidiaba en la
época, mientras que el del Metropolitano de Caracas y el de Las Arenas de Valencia permitían, por
pequeños, un mejor juego de los toros; por eso se optó por un tamaño
intermedio, teniendo en cuenta además que
para ese entonces estaba proscrita la suerte de varas, que el general
Gómez rechazaba radicalmente.
El arquitecto
Villanueva viajó a España, de dónde tomó ideas y encontró motivos de
inspiración, pero no la copia de alguna plaza. Concretado el proyecto se dió un
adelanto de 650 mil bolívares, de un total de un millón 800 mil que habría de
ser su costo definitivo. No se escatimaron gastos para realizar el suelo. Se
trajeron mosaicos de España y algunos artesanos especializados y para mediados
de 1930 ya se trabajaba febrilmente para la ejecución de la obra.
Para junio de 1932 ya se definían nítidos los perfiles de
la plaza que lucía monumental y hermosa en el verdor intenso que la circundaba.
A medida que se acercaba la fecha prevista para la inauguración una intensa
excitación se iba apoderando de toda la ciudad.
Entonces, como
ahora, surgía entre los aficionados de todos los estratos, rumores,
especulaciones y sobre la integración de los carteles y la organización del
espectáculo. En la Churrería Española, de la calle Miranda y en el primer Quo
Vadis de la calle Bolívar, el acontecimiento era objeto de animadas tertulias
no exentas de la pasión que siempre ha despertado la fiesta brava.
Ya se sabía que
Eleazar Sananes estaba colgado de los carteles. El diestro “josefino” que se
encontraba en las postrimerías de su carrera, venía trabajando de listero en la
construcción de la plaza, gozaba de una estimación especial de la familia
Gómez, especialmente de don Florencio con quien actuaba como subalterno de
confianza en sus incursiones de aficionado práctico; por eso, una mañana
mientras daba un vistazo a los trabajos, le dijo:” Eleazar, comienza a entrenar
para que te pongas en forma”. Sorprendido el maestro que ya no tenía el
propósito de volver a vestir el traje de luces le inquirió sorprendido: ‘‘¿Y yo
para qué?” A lo que le respondió don Florencio: ‘Porque en esta plaza mía y
siendo yo empresa, nada más justo que tu mates el primer toro”.
Mientras tanto ya se encontraba en España José María
Sanglade, gestionando toros y toreros; y una vez que se confirmó la
contratación se anunció la definitiva integración de los carteles de la
siguiente manera:
-Viernes 20 de enero a las cuatro de la tarde, ocho toros
media casta de La Providencia, divisa gualda y roja, para don Antonio Cañero,
quien caso de no matar con el rejón toreará y estoqueará a pie - advertía el
cartel-, y los matadores Eleazar Sananes “Rubito”, Manolito Bienvenida y Pepe
Gallardo...”
Para la inauguración llenaron las gradas del inmueble con
soldados, en los tendidos y las barreras con militares de graduación,
funcionarios del régimen cercanos al General Gómez y familiares y amigos de la
familia Gómez.
De Caracas fueron invitados periodistas, afectos y no
afectos al régimen, entre ellos los escritores Francisco de León (Paco de Oro),
Enrique Chaumer (Marqués de los Morrillos), Juan José Churión (Bachiller
Mungía), Raúl Carrasquel y Valverde
(Alonso Manchego), Arturo Uslar Pietri, Eliseo Delgado (Conde Federico) Oscar Villalba (Villafraile), Leoncio
Martínez (Leo) y Ramón David León.
Eleazar Sananes “Rubito”, ya retirado de los ruedos pero
u amigo muy apreciado por don Florencio Gómez animado a reaparecer porque su
amigo quería que la plaza por él proyectada fuera inaugurada por un torero
venezolano importante. Sananes trabajaba como liniero en la obra de la
construcción de la plaza del Calicanto, y don Florencio, con su don de gentes
convenció al amigo para que con Manolo
Bienvenida y el gaditano Pepe Gallardo, dos figurones del toreo universal y el
gran rejoneador don Antonio Cañero
inaugurara la plaza.
Sananes resultó herido, por un puntazo y fue atendido en
la enfermería de la plaza. Bienvenida cortó un rabo y Gallardo y Cañero fueron
ovacionados. Se lidiaron toros de La
Providencia, ganadería de los Hermanos Gómez Núñez.
Para la segunda corrida se lidiaron toros de Miura y
repitieron Bienvenida y Gallardo con el alicantino Pepe Amorós, que fue el
triunfador de la tarde con su impresionante toreo de capa. Cortó un rabo.
Repetirían Bienvenida y Gallardo en la tercera de la
temporada que organizó el empresario caraqueño Sanglade se lidiaron tres y
tres, toros de Miura y de la Providencia, repitiéndose Bienvenida y
Gallardo, pero la variante en este
cartel José González “Carnicerito de México”. Cuentan que el azteca impresionó
por su valor al presidente Gómez, quien le recriminó expusiera tanto. Fue en un
par de banderillas, en el que cerrado en tablas Carnicerito citó al de Miura y
por adentro le colocó un gran par de banderillas. Cuentan, no sabemos su leyenda
o historia, que Gómez le llamó y le dijo que se dejara de esas cosas y, más
tarde en las recepciones ofrecidas por Juan Vicente Gómez a los participantes
en la inauguración de la plaza , le regaló unas morocotas que aún hoy, con
mucho cariño y orgullo, guardan los herederos de quien más tarde muriera en Villaviciosa, Portugal, ejecutando
un par de banderillas en la forma que el general Gómez le había recomendado no
debía realizar.
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